viernes, 16 de junio de 2017

Niño Cohete: Aves De Chile

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 27 de mayo del 2016.)

Una buena cantidad de semanas antes de viajar a Chile, entre los muchos posteos de los que me notifica a diario Facebook, di con Niño Cohete. Alguno de mis amigos había posteado el link hacia YouTube donde figuraba colgado en su totalidad La Era Del Sur (2015), último disco de la banda -se disolvieron en este 2017. De entrada nomás, el nombre indica el cariz de la música que hacía este gran grupo de Concepción.


El sábado de mi estadía sureña que estuve en la feria Persa Bío Bío, encontré en uno de los stands el Aves De Chile (2013), primera referencia discográfica de NC en largo y la segunda en antigüedad. Existe, a la sazón, un EP homónimo publicado en el 2012, con el line up que fundase la banda en el 2010; excepto por Pablo Álvarez, reemplazado temporalmente por Pablo Vidal: Nicolás Arandena (voz, acordeón, clarinete), Vidal (voz, contrabajo), Nicolás Simpson (bajo), Matías Pereira (guitarra) y Joaquín Cárcamo (batería). Como no tenía presente la impresión que me causó el link audicionado, consulté con mi chocheraza Claudia Trejos. Una única palabra por toda respuesta: “Levántatelo”.

Conforme se sucedieron los días desde que escucho los CDs que traje del Sur, la info y el conocimiento adquiridos han develado algunas sorpresas relativas a aquellos trabajos que aún no había escuchado. Supe, por ejemplo, que los Niño Cohete son compañeros de sello de la excelente dupla Isla Del Sol, Beast Discos. Como este ejemplo hay varios, pero correspondientes a discos de los que ya hablé. Centrémonos, pues, en Niño Cohete.

El quinteto que grabase Aves De Chile recupera a Álvarez sin prescindir de Vidal, pero sí de Simpson. El resto de la banda es el mismo, con la adición de Cristian Dippel en los teclados. Asegura el booklet que ADC fue enteramente registrado a orillas del lago Lanalhue. Pensar que fue así no es del todo descabellado: flota evanescente a lo largo del esférico una sensación de camaradería distendida, amena; que bien puede haber sido redondeada por la presencia constante -aún cuando invisible- del Agua.

Es éste un disco precioso. Pop melodioso, auténticamente naif, de querencia indie. Las canciones son íntimas, sus pequeñas historias toman cuerpo desde textos emotivos, que rozan levemente el sentimentalismo a pesar de una que otra metáfora abstracta. La voz tiende a retraerse, me recuerda un poco a la de Adrián Dargelos uno o dos bemoles más arriba. Los rasgueos bullen tiernos, simples, luminosos. Música de ascendencia clásica en su sencillez, que nunca aspira a la construcción de catedrales pop: tímidamente remite a la primera etapa de La Buena Vida, también a Belle And Sebastian. Lo bacán es que esa sencillez de Niño Cohete no se ve mermada por la irrupción de otros matices instrumentales.

Como ha sucedido con otros descubrimientos en mi periplo austral, Aves De Chile me ha dejado con hambre por más albums del hoy desaparecido grupo. No siempre hay que estar dando una vuelta de tuerca tras otra; y este delicado, frágil artefacto de pop hecho con el corazón en la mano es una prueba palmaria. Desconozco las características físicas de los empaques en que se han lanzado sus otras obras sonoras, pero si son como éste, vale la pena conseguirse los originales -varios puntos extra por el esmero en el diseño, que recuerda muchísimo a los lanzamientos de la disquera local Dorog Records.


Hákim de Merv

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