lunes, 5 de junio de 2017

Miyagi Pitcher

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 22 de junio del 2016.)

Aparecido aproximadamente en el año 2010, el vaporwave debe ser el primer género trasvasado en nacer al interior de las comunidades online donde han coincidido músicos y melómanos. O al menos debe ser el primero que, además, crece desarraigado de las oquedades dance que lo vieron germinar. Existe, es verdad, el precedente del IDM, que surgió como paliativo a la urgencia de un lugar de reposo momentáneo en medio de maratónicos eventos trance/goa. Pero el vaporwave, presumible descendiente del chillwave, del witch house y del seapunk; y que encima reniega de ellos porque sus territorios son las pistas de baile, irrumpió primero en el mundo virtual (¡¡¡¡!!!!).

“Vaporwave” no es una etiqueta cuyo uso se limite sólo a la música. Es también plástica, estética publicitaria cotidiana, discurso revulsivo contra el consumismo -y a la vez, homenaje y hasta involuntaria parodia de ese vilipendiado consumismo, en su incierta condición no declarada de “retrofuturista”. Todo esto, sí, pero en primera instancia, uno de los nuevos códigos que se ha sacado de la manga la música pop del siglo XXI. De ahí la pertinencia de hablar de “género trasvasado”.

Antaño, la necesidad nos constreñía a esperar un cierto lapso de tiempo entre el surgimiento de la novedad y su emulación. Hoy, que el mundo está interconectado hasta grados inimaginables, no terminas de subir tu canción, tu video o tu disco; y ya tienes comments o seguidores. Imposible que el vaporwave, acaecido en los tiempos de Internet 2.0, fuera a ser la excepción -ya ha cosechado cultores a lo largo de todo el planeta... incluyendo Perú y balnearios.

Curiosamente, en nuestro país existen no pocos solistas que adoptan múltiples identidades paralelas, fenómeno que se produce casi siempre en aguas electrónicas. Dos ejemplos palmarios: 1) Antonio Chávez (a) K19, gestor de holocaustos post industriales como K.I.L.L., N y Naiadra Muriática; y 2) Erik Bullon, fundador de Pychulator y perpetrador de sórdidas exploraciones sónico-nocturnas como Error Genético y Maximum Terrorem. El dato viene al caso si voy a hablar de Miyagi Pitcher, pues se trata del alias vaporwave del mismo impulsor que también opera bajo los nom de guerre de Siam Liam, Ban And Flap, Alcalöide y Ozono. ¿El común denominador de todos ellos, fuera del músico cuyo nombre mantendré en el anonimato? Chip Musik.

Miyagi Pitcher debuta en noviembre del año pasado gracias a un disco muy recomendable, Blonde, editado en sociedad con Dorog Records. Es éste un interesante ejercicio de estilo: la gelidez de la primigenia new wave (John Foxx en primerísimo lugar), el saqueo indiscriminado de clásicos de los 80s pero también de jingles muzak coetáneos, el empleo intuitivo del TimeStretch y del Pitch para respectivamente alargar los samples y bajarles/subirles el tono de escala (bajarles, cuando se lidia con el vaporwave), la deliberada bruma entre narcótica y lo-fi con que se recubren temas de una orfebrería -la electrónica- que justamente se caracteriza por la limpidez de registro... Todas éstas son características del vaporwave, de las que también hace gala Miyagi Pitcher. Los fantasmas de hits ochenteros como “Careless Whisper”, “(I'll Never Be) Maria Magdalena”, “Secret” o “Self Control” se pasean completamente travestidos en Blonde; valiéndose de una práctica no privativa del subgénero de marras (recuerda el sample “superdeformed” de "10.15 Saturday Night" de The Cure con que acomete Massive Attack su "Man Next Door"), pero que sí ha convertido en uno de sus principales let motivs.

En febrero del 2016, MP lanza un adelanto de lo que sería su nueva obra, Velvet Eyes 7". El sencillo virtual de descarga gratuita incluye una versión instrumental del tema del mismo nombre, y como lado B la pieza “Venus 88’’ Express” (ambas composiciones han sido recuperadas en el subsiguiente trabajo, la primera en su versión definitiva y la segunda rebautizada como “Express 88”). El single muestra un sonido más sedimentado con respecto al Blonde, una suerte de vaporwave recalibrado, de sampleos menos reconocibles (o inexistentes).

Lanzado en mayo de este año, Honey parece un disco destinado a mover de coordenadas a Miyagi Pitcher, aunque tal vez esté pecando de alarmista. Más que vaporwave, el output sonoro es un híbrido sofisticado entre éste y el harsh noise de, digamos, Ozono. De cualquier forma, es evidente que se le ha dado muchísimo más peso a la chamba en teclados, programaciones y demás accesorios (la guitarra, las voces susurrantes); que a los sampleos o deconstrucciones. Jugadas de este último tipo, sólo una en Honey: “C4U”, reelaboración de “Crazy For You”, clásico de los bienamados Slowdive. En cambio, las atmósferas entre surreales, futuristas y corrosivas que conjura Honey desbordan los límites mismos del vaporwave -pero sin dejar atrás esa frialdad maquinal que asimismo le es inherente.

Difícil elegir entre uno u otro disco como el mejor en la corta carrera de MP. La lógica dictaminaría que Honey, pues aquí el individualista comienza a probar su propia voz, si bien todavía no llega plenamente a ella. Pero Blonde, aparte de ser fácil la primera referencia vaporwave a nivel nacional, puede enganchar -y sobradamente satisfacer- a quienes ya han escuchado el Floral Shoppe (2011) de Macintosh Plus (otro a.k.a. de la americana Vektroid). Tal vez lo que puede inclinar la balanza por ahora es la participación de Cassie Leclair en el Honey: su prístina voz, debidamente reprocesada según lo amerite la ocasión (“Drendita”), contribuye a iluminar el majestuoso horizonte sónico en el que se mueve Miyagi Pitcher. Eso, y el detallito casi esquizofrénico de las colaboraciones tanto de Alcalöide como de Siam Liam.


UPDATE COMPLEMENTARIO


Hákim de Merv

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