jueves, 1 de junio de 2017

Fuego En Gravedad Cero: El Pop Chileno 96-00 (II)

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 23 de diciembre del 2015.)

“¿Y existían otras sub-escenas en Chile, más allá de aquella experimental que quedase reflejada en el disco Pulsos?”, te preguntarás con justicia. No tienes idea...

Aunque no de forma omnipresente, Supersordo es el acto mapocho noventero que se convierte en nodo imprescindible sobre todo para los grupos connacionales que emergieron entre 1996 y el año del milenio. Por sonido, sí, pero también por la onda expansiva de su música y la saga a la que dio origen. El cuarteto nace de las cenizas de Matt Monro, ensamble metalcore de efímera existencia. Sus integrantes fueron Miguel Ángel Montenegro (bajo), Rodrigo Rozas (guitarra), Jorge Cortez (batería) y Claudio Fernández (voz). A ese background duro que saltaba del hardcore al metal y viceversa, se sumó un enfoque indie que, antes que suavizarla; abrillantaba la agresividad esculpida en el sonido de su propuesta –prueba de ello son los dos trabajos que se lanzaron durante los 90s bajo distintas escuderías: Supersórdido (1992, Toxic Records) y TzzzzzzzT (1995, Inferno Records). No cito el Demo 1997 porque no he tenido oportunidad de escucharlo.


Supersordo entra en sus cuarteles de invierno en 1998, pero sus integrantes no tiran la toalla. Rozas estuvo involucrado en la concepción de Familea Miranda, en la década pasada. Sin embargo, antes del cambio de siglo el guitarrista se saca de la manga Niño Símbolo, alias que parte del legado de Supersordo para dirigirse sin prisas hacia el stoner rock. Idéntica movida ejecuta Montenegro a través de Yajaira, un proyecto de culto interesantísimo con varios discos a cuestas (Apocalipsis, agrupación de Mejillones, Antofagasta, puede considerarse su heredero bastardo). Cortez, por su lado, estuvo bateando para Niño Símbolo antes de fundar Cáncer, unipersonal antologado en el Pulsos y del que sabe llegó a editar un EP de cuatro temas. Claudio Fernández es el único ex Supersordo al que por estas tierras no se le conoce combo posterior. Supersordo regresó a la vida en la presente década con la recopilación vinílica Lluvia De Piedras (2014).

Otras bandas-escuela del período son Congelador y Shogún. La primera de ellas, formada por Walter Roblero (bajo) y los hermanos Rodrigo (voz, guitarra) y Jorge Santis (batería); continúa su trajinar hasta ahora, editando discos y presentándose en vivo -en noviembre del 2015, Congelador tocó aquí, en el marco del festival Integraciones (quinta edición). En cuanto a Shogún y su factótum Christian Heyne, que comenzase en las filas de Christianes, habría que dedicarle varios párrafos aparte en grado superlativo. Orbitando alrededor de esta tríada, podrían citarse nombres como Don Fango (acto “guitarrorista”), Pánico (una versión más indie/punk/dinámica/power de Supersordo), y sobre todo Tobías Alcayota -auténtica rareza dentro del contexto latinoamericano, muy influenciado por el pasavueltero non-sense de Red Crayola. Gracias a todos ellos y a muchos más, el rock chileno independiente del quinquenio 96-00 gozó de estupenda salud.


Coda: MetroChile

Hacia fines de los 90s, un fanzine peruano -de cuyo nombre no me da la gana acordarme- tuvo la intención de publicar una cinta compilatoria con la mayoría de los protagonistas de los que se ha hablado en este texto. Su objetivo: acompañar un informe sobre el estado de cosas de esa escena chilena obviada por los medios masivos, para quienes Lucybell era el portaestandarte mayor del pop mapocho (lo que no es una crítica contra Claudio Valenzuela y compañía, sino contra la mass media). Esa cinta no llegó a ver la luz, si bien el master quedó confeccionado y hasta bautizado -MetroChile (2000). Tampoco llegó a tener carátula. No obstante, se distribuyeron algunas copias entre los allegados al medio escrito. Por ese conducto fue que obtuve un ejemplar.

Rearmar el MetroChile no ha sido tarea sencilla. La copia no ha resistido bien el paso del Tiempo, por lo que quedó de plano descartada la digitalización. Además, los nombres de algunos temas no fueron adecuadamente consignados (circunstancia que dificultó su rastreo). Una primera tentativa de búsqueda de los temas que conforman la recopilación dio magros resultados hace cuatro calendarios. La segunda, efectuada a principios del 2015, fue mucho más positiva y generosa. Lamentablemente, la composición “JA 22” de El Hombre De La Atlántida no pudo ser encontrada. Para la ocasión ha sido sustituida por “Arrojé Toda Mi Sangre”, de Shogún. Queda en evidencia, pues, que aún hay muchas piezas por encontrar para recomponer el mosaico de esos olvidados años en feudos chilenos.


La ventaja que tiene este MetroChile sobre el Pulsos es la de una variedad más rica. No sólo aparecen los grupos citados con prolijidad en este post, sino también los que aparecen en los surcos del Pulsos -ofreciendo de esta forma un cuadro de época más redondo y fidedigno acerca del multicolor reinante en los circuitos independientes sureños.

El enlace para la descarga respectiva, aquí mero. Quisiera agradecer la valiosa contribución de muchos de los miembros del grupo facebook 20,000 Leguas De Viaje Submarino (Un Mundo De Aventuras Musicales), en especial a Elder Perez, a Xidub, a Felipe Raurich, a Natalia Ibañez, a Alex YB, a Anton Felipe Leal y a las hermanas Oriana y Claudia Trejos; quienes pusieron su granito de arena para la reedificación de este MetroChile. Una mención más para la camarada Claudia, quien se portó con la imagen que ha terminado siendo la portada de la compilación -toma espectacular del metro de Santiago.


UPDATE COMPLEMENTARIO




Hákim de Merv

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